Descubre el Poder de tu Salud Mental y Emocional
La salud emocional es una parte importante de la salud general. Las personas que son emocionalmente saludables tienen el control de sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Son capaces de hacer frente a los desafíos de la vida. Pueden mantener los problemas en perspectiva y recuperarse de los contratiempos. Se sienten bien con ellos mismos y mantienen relaciones saludables.
Ser
emocionalmente saludable no significa que sea feliz todo el tiempo. Significa
que es consciente de sus emociones. Puede lidiar con ellas, ya sean positivas o
negativas. Las personas sanas emocionalmente también sienten estrés, enojo y
tristeza. Pero saben cómo manejar sus sentimientos negativos. Pueden saber
cuándo un problema es más de lo que pueden manejar solos. También saben cuándo
buscar ayuda de su médico.
La
investigación muestra que la salud emocional es una habilidad. Hay pasos que
usted puede seguir para mejorar su salud emocional y ser más feliz.
El camino hacia una mejor salud
La
salud emocional le permite trabajar de manera productiva y lidiar con el estrés
de la vida cotidiana. Puede ayudarlo a alcanzar su máximo potencial. Lo ayuda a
trabajar con otras personas y contribuir a la sociedad.
También afecta su salud
física. La investigación muestra
un vínculo entre un estado mental optimista y signos físicos de buena salud.
Estos incluyen una presión arterial más baja, un menor riesgo de enfermedad
cardíaca y un peso más saludable.
Hay muchas formas de mejorar
o mantener una buena salud emocional.
Sea
consciente de sus emociones y reacciones.Observe lo que lo pone triste,
frustrado o enojado. Intente abordar o cambiar esas cosas.
Exprese
sus sentimientos de manera apropiada.Informe a las personas cercanas a usted
cuando algo le molesta. Mantener ocultos los sentimientos de tristeza o enojo
aumenta el estrés. Esto puede causar problemas en sus relaciones y en el
trabajo o la escuela.
Piense antes de actuar. Dese tiempo para pensar y estar tranquilo
antes de decir o hacer algo de lo que pueda arrepentirse.
Maneje el estrés. Aprenda métodos de relajación para lidiar
con el estrés. Estos podrían incluir respiración profunda, meditación y
ejercicio.
Aspire al equilibrio. Encuentre un equilibrio saludable entre el
trabajo y el juego, y entre la actividad y el descanso. Tómese tiempo para
hacer las cosas que disfruta. Concéntrese en las cosas positivas en su vida.
Cuide su salud física. Haga ejercicio regularmente, coma comidas
saludables y duerma lo suficiente. No abuse de las drogas o el alcohol. Evite que
la salud física afecte su salud emocional.
Conéctese con otros. Haga una cita para almorzar, únase a un
grupo y salude a los extraños. Necesitamos conexiones positivas con otras
personas.
Encuentre propósito y
significado. Descubra qué
es importante para usted en la vida y concéntrese en eso. Podría tratarse del
trabajo, su familia, una acción de voluntariado, cuidado u otra cosa. Dedique
tiempo a hacer lo que le parezca significativo.
Manténgase positivo. Concéntrese en las cosas buenas de la
vida. Perdónese por cometer errores y perdone a los demás. Pase tiempo con
personas sanas y positivas.
Las
personas que tienen buena salud emocional también pueden tener problemas
emocionales o enfermedades mentales. La enfermedad mental a menudo tiene una
causa física. Esto podría deberse a un desequilibrio químico en el cerebro. El
estrés y los problemas con la familia, el trabajo o la escuela pueden
desencadenar enfermedades mentales, o empeorarlas.
La
terapia, los grupos de apoyo y los medicamentos pueden ayudar a las personas
que tienen problemas emocionales o enfermedades mentales. Si tiene un problema
emocional en curso, hable con su médico. Pueden ayudarlo a encontrar el tipo
correcto de tratamiento.
¿Cómo influyen las emociones en nuestra salud?
Las
emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario
aunque no siempre seamos conscientes de ello. Son de carácter universal,
bastante independientes de la cultura y generan cambios en la experiencia
afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta expresiva. Surgen ante
situaciones relevantes que implican peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito,
novedad…y nos preparan para poder dar una respuesta adaptativa a esa situación.
A lo largo de nuestra evolución como especie, gracias a las emociones hemos
podido responder rápidamente ante aquellos estímulos que amenazaban nuestro
bienestar físico o psicológico, garantizando nuestra supervivencia. Además de
esta función primordial adaptativa, las emociones cumplen una función social y
otra motivacional. A través de la primera, facilitan la interacción social,
permitiendo la comunicación de los estados afectivos y promoviendo la conducta
prosocial. Y, por otra parte, la emoción es la encargada de energizar una
conducta motivada, aquella caracterizada por poseer dirección e intensidad. Una
conducta “cargada” emocionalmente se realiza de forma más vigorosa y se
ejecutará de forma más eficaz, adaptándose a cada exigencia.
El
miedo-ansiedad, la ira, la tristeza-depresión y el asco son reacciones emocionales
básicas que se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable o
negativa y una alta activación fisiológica. Las tres primeras son las emociones
más estudiadas en relación con el proceso salud-enfermedad.
En
un primer momento, las emociones se consideran adaptativas y dependerán de la
evaluación que la persona haga del estímulo, es decir, del significado que le
dé a este, y de la respuesta de afrontamiento que genere. Existen estímulos
emocionales objetivamente perturbadores que pueden no dejar secuelas, y al
contrario, otros estímulos emocionales aparentemente inocuos pueden llegar a
ocasionar un daño más o menos importante. La diferencia entre las dos
posibilidades estriba en la percepción que cada persona tiene de esos
estímulos.
Dependiendo
de esa percepción, puede surgir una respuesta desadaptativa, es decir,
permanecemos indefinidamente enfadados, tristes, ansiosos o aterrados, una vez
desaparecido el estímulo inicial; con el consiguiente sobreesfuerzo,
insostenible en el tiempo, y un sobrecoste en forma de trastorno de la
salud, física y mental.
Hay varias explicaciones por las que un elevado estado de emocionalidad negativa puede tener consecuencias para la salud:
Al
experimentar ira, tristeza, ansiedad o depresión de manera intensa, tienden a
producirse cambios de conducta que hace que abandonemos hábitos saludables como
la alimentación equilibrada, el ejercicio físico o la vida social y los
sustituyamos por otros como el sedentarismo o la adicciones (tabaco, alcohol)
para contrarrestar o eliminar estas experiencias emocionales.
Las
reacciones emocionales prolongadas en el tiempo mantienen niveles de activación
fisiológica intensos que pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican: la
activación del sistema nervioso autónomo con elevación de la frecuencia
cardíaca, hipertensión arterial, aumento de la tensión muscular, disfunción
central de la neurotransmisión, activación del eje
hipotalámico-hipofisario-corticosuprarrenal con perturbación de ritmos
circadianos de cortisol etc. Esta alta activación fisiológica puede estar
asociada a un cierto grado de inmunosupresión, lo que nos vuelve más
vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas o de tipo inmunológico.
En
relación a los trastornos cardiovasculares, varios estudios han mostrado que la
depresión es un factor de riesgo significativo de enfermedad coronaria, infarto
de miocardio y mortalidad cardíaca y también se ha relacionado con una peor
evolución de los pacientes coronarios.
Conclusión
De
esta manera vemos como las emociones influyen en nuestra salud mental y también
física ya que mente y cuerpo están muy relacionados y ambos interactúan de
manera simultánea.
Autor
Pedro Vallejo
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