"El Impacto Duradero: La Transmisión del Trauma a Través de la Epigenética".
Los psicólogos piensan cada vez más que el TEPT puede transmitirse: ¿qué significa eso para las regiones afectadas por conflictos?
Durante mucho tiempo, se creyó que nuestros genes eran inmutables y nos determinaban por completo. Sin embargo, la epigenética ha revelado que tenemos cierto control sobre la forma en que nuestros genes se expresan. El ambiente, el estilo de vida y las experiencias emocionales pueden influir en nuestra expresión genética a través de mecanismos epigenéticos. En este artículo, exploraremos cómo la epigenética nos permite controlar nuestros genes y cómo el trauma y las emociones pueden tener un impacto significativo en nuestra expresión genética.
A lo largo de la historia, la humanidad ha estado fascinada por la herencia y la forma en que se transmiten los rasgos de una generación a otra. Fue en el siglo XIX cuando Gregor Mendel sentó las bases de la genética moderna con sus experimentos en plantas y su descubrimiento de las leyes de la herencia. Mendel estableció que los rasgos se transmiten de padres a hijos a través de "factores hereditarios" que hoy conocemos como genes.
Sin embargo, fue a principios del siglo XX cuando los científicos comenzaron a explorar más a fondo los misterios de los genes. Thomas Hunt Morgan y su equipo realizaron estudios en moscas de la fruta, descubriendo que los genes se encuentran en los cromosomas, estructuras que contienen el ADN. Esto sentó las bases para la comprensión de la genética como la conocemos hoy en día.
A medida que avanzaba el siglo, los científicos continuaron descubriendo más sobre los genes y cómo influyen en nuestra biología. James Watson y Francis Crick desentrañaron la estructura del ADN en 1953, revelando la famosa doble hélice que contiene toda nuestra información genética. Este descubrimiento abrió la puerta a un nuevo nivel de comprensión de la genética y sentó las bases para importantes avances en la medicina y la biología molecular.
A pesar de estos avances, todavía quedaban preguntas sin respuesta. Los científicos se dieron cuenta de que nuestros genes no eran la única pieza del rompecabezas. A medida que avanzaba el siglo XX, surgieron nuevas preguntas sobre cómo el ambiente y las experiencias emocionales pueden influir en la expresión de nuestros genes.
Fue en la década de 1940 cuando Conrad Waddington acuñó el término "epigenética" para describir los cambios en la expresión génica sin alterar la secuencia del ADN. Sin embargo, la epigenética aún era un campo poco comprendido y subestimado en comparación con la genética clásica. Fue en las últimas décadas cuando los avances tecnológicos y científicos permitieron una exploración más profunda de la epigenética y su papel en la regulación de nuestros genes.
Hoy en día, sabemos que la epigenética es fundamental para comprender cómo nuestras experiencias y emociones pueden influir en la forma en que nuestros genes se expresan. Los marcadores epigenéticos, como las modificaciones químicas en el ADN y las histonas, actúan como interruptores que pueden activar o desactivar genes en respuesta al ambiente y las experiencias vividas.
La epigenética nos ha mostrado que nuestros genes no son inmutables y que tenemos cierto grado de control sobre su expresión. Además, también ha revelado la posibilidad de que los cambios epigenéticos se transmitan a las generaciones futuras, lo que implica que las experiencias de nuestros antepasados pueden influir en nuestra biología y salud.
El impacto del trauma en la expresión génica:
El trauma puede dejar una marca duradera en nuestra expresión genética a
través de cambios epigenéticos. Estudios han demostrado que experiencias
traumáticas, como abuso, negligencia o estrés extremo, pueden alterar los
marcadores epigenéticos y modificar la forma en que se expresan ciertos genes.
Estos cambios pueden influir en la salud mental y física, aumentando la
vulnerabilidad a trastornos como el trastorno de estrés postraumático y
enfermedades crónicas.
Las emociones y su efecto en la epigenética:
Nuestras emociones también desempeñan un papel en la modulación epigenética
de nuestros genes. El estrés crónico, la ansiedad y la depresión pueden
desencadenar cambios en los marcadores epigenéticos, alterando la expresión
génica relacionada con la respuesta al estrés y la salud mental. Por otro lado,
las emociones positivas, como la felicidad y la gratitud, pueden tener un
impacto beneficioso en nuestra expresión genética y promover una mejor salud y
bienestar.
Cicatrices emocionales heredadas:
El trauma puede dejar cicatrices emocionales profundas que se transmiten de
una generación a otra. Las emociones asociadas con el trauma, como el miedo, la
ansiedad y la hipervigilancia, pueden ser heredadas a través de patrones de
comportamiento y respuestas emocionales aprendidas de los padres. Estas
cicatrices emocionales pueden manifestarse en forma de trastornos de estrés
postraumático, depresión, ansiedad y dificultades en el apego y las relaciones
interpersonales.
Herencia transgeneracional de marcas epigenéticas:
La epigenética también nos muestra la posibilidad de que las marcas
epigenéticas se transmitan a las generaciones futuras. Los cambios epigenéticos
inducidos por el trauma y las experiencias emocionales en una generación pueden
heredarse y afectar la expresión genética de las generaciones posteriores. Esto
explica por qué ciertos patrones de comportamiento, traumas y enfermedades
pueden repetirse en las familias, incluso en ausencia de una predisposición
genética evidente.
Rompiendo el ciclo del trauma:
Aunque el trauma puede transmitirse de una generación a otra, también es
posible romper este ciclo. La conciencia y la comprensión del impacto del
trauma pueden ayudar a las personas a tomar medidas para sanar y mitigar su
influencia en las generaciones futuras. La terapia y el apoyo emocional pueden
ser herramientas poderosas para abordar y procesar el trauma heredado,
permitiendo a las personas construir una base emocional más saludable para
ellos mismos y para sus descendientes.
"La adversidad se convierte en trauma cuando
la mente se siente aislada", dice
Fonagy.
"La tragedia es, por supuesto, que la
experiencia que causó el trauma, como la guerra, destruirá las redes sociales
necesarias para superarlo".
Conclusiones:
La epigenética ha demostrado que nuestras experiencias y emociones pueden influir en la expresión de nuestros genes. El trauma y las emociones tienen un impacto significativo en nuestra expresión genética a través de mecanismos epigenéticos. Comprender esta conexión nos permite tomar conciencia del poder que tenemos para controlar nuestros genes y trabajar en la sanación del trauma heredado.
Es importante reconocer que el trauma puede transmitirse de una generación a otra, pero también existen formas de romper este ciclo. La terapia y el apoyo emocional desempeñan un papel fundamental en el abordaje y procesamiento del trauma heredado. Además, adoptar prácticas de autocuidado y fortalecer las redes de apoyo pueden ayudarnos a construir una base emocional más saludable para nosotros mismos y las generaciones futuras.
En última instancia, la epigenética nos muestra que nuestras experiencias y emociones no nos determinan por completo. A través del cuidado de nuestra salud emocional, podemos influir positivamente en nuestra expresión genética y mejorar nuestra calidad de vida. La epigenética nos brinda una oportunidad única de empoderarnos y tomar el control de nuestros genes, recordándonos que somos capaces de sanar y trascender las cicatrices emocionales heredadas.
Recuerda que, a pesar de las influencias epigenéticas, tienes la capacidad
de controlar tus genes y trabajar en tu sanación emocional. A través del
autocuidado, el apoyo y la búsqueda de ayuda profesional, puedes construir un
camino hacia la sanación y el bienestar tanto para ti como para las
generaciones futuras.
Referencias
1. "¿Cómo podemos controlar nuestros genes?" | BBC Mundo.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=PpyNdI_pg38
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Responsable
Sesiones y consultasDra. María Teresa Charún
Psicóloga Clínica Educativa
Máster en Salud y Bienestar Comunitario
Universidad Autónoma de Barcelona - España
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